Cada vez es más habitual escuchar la expresión «ser una mala madre». Parece que en la sociedad actual se ha generado un sentimiento de culpa en algunas madres. Muchas sienten que no están atendiendo como deberían a las necesidades de sus hijos. Esto se debe a que tienen que conciliar un trabajo remunerado con el familiar o a que simplemente están demasiado cansadas al final del día. Es entonces cuando se genera esa sensación de estar siendo una «mala madre». Hoy queremos ayudarte a que veas que tus hijos piensan que eres la mejor de las madres. Cuando termines este artículo, esperamos que puedas afirmar: «Sí, soy una buena madre».
¿Buenas o malas madres?
«Respecto a los estereotipos, encontramos primero la idea de «la Madre», esa representación ideal, abstracta y generalizadora que motiva los monumentos, las loas y los refranes («madre solo hay una», etc.)» (1).
Este ser «una buena madre» implica una larga serie de virtudes como la paciencia, tolerancia, capacidad de consuelo, de sanar, de cuidar, de atender, de escuchar, de proteger y de sacrificarse. La buena madre debe poseerlas todas, o cuantas más mejor.
Sin embargo, como dice Verea, se trata de una idealización que escapa bastante a la realidad. Basta con que cada uno de nosotros piense en el amor que siente por su madre y reflexione sobre los motivos en los que se basa ese amor. En principio, no queremos a nuestras madres porque cumplen con esos requisitos; nuestro amor va más allá.
¿Por qué soy una buena madre del siglo XXI?
1. Les pongo límites
Soy una buena madre porque pongo límites a mis hijos. De hecho, no les permito que vean demasiada televisión. Los estudios científicos son muy claros al respecto. Muchas horas frente a una pantalla son contraproducentes para el desarrollo cognitivo y emocional de los más pequeños.
Aun así, algunas veces vuelvo cansada del trabajo y siento que solo tengo fuerzas para abrazar a mis hijos.
Nos sentamos juntos frente al televisor y nos abrazamos mientras siento lo afortunada que soy de poder disfrutar ese momento.
Ser una buena madre no significa ser perfecta y no ceder nunca. Tú también necesitas descansar, cuidarte y transigir en ocasiones por tu propia salud mental. Así estarás en mejores condiciones para demostrar a tus hijos lo mucho que les quieres.
2. Soy su ejemplo a seguir
Soy una buena madre porque mis hijos pueden aprender de cómo me comporto. De hecho, cuando me desobedecen varias veces seguidas, mantengo la calma y soy paciente. Así aprenden a gobernar su frustración y a ser pacientes como yo.
Pero, a veces, pierdo un poco los papeles. Quizás pegue algún que otro grito. En cuanto me doy cuenta, voy hacia ellos y les pido perdón. Los abrazo y les explico que cuando uno está cansado es normal enfadarse, pero que siempre hay que pedir perdón y reconciliarse cuanto antes.
Ser una buena madre no significa guardar siempre la calma. Otra buena forma de quererles es demostrarles tu amor con humildad, saber pedir perdón y reconciliarse.
3. Siempre les escucho
Soy una buena madre porque siempre estoy atenta a las necesidades de mis hijos. Estoy atenta si aprenden a saltar un poquito más alto o si deciden regalarme una hoja que cayó de un árbol.
Sin embargo, a veces estoy enfrascada en una conversación importante con otra persona y les ignoro por completo. Cuando termino la conversación les explico que lo correcto es escuchar primero al que está hablando y no interrumpir.
Ser una buena madre no consiste en volar alrededor de tus hijos constantemente. Tampoco consiste en que te culpes si estás demasiado pendiente de ellos y te ves persiguiéndoles para que terminen la merienda. En ocasiones, es bueno que te sumerjas en el mundo de los adultos y prestes atención a tus necesidades. Ten presente que si tú te cuidas, en realidad, les estás cuidando también a ellos.
4. Valoro sus emociones y les ayudo a comprenderlas
Soy una buena madre porque, cuando se frustran o se enfadan, no me limito a decirles «qué niño más feo», “«qué feo te pones» o «no quiero saber nada de ti si estás así». Por el contrario, espero pacientemente junto a ellos a que pase el momento más explosivo. Después, los abrazo y les explico con tono suave lo que les está pasando. El contacto físico y el tono de voz ayudan a que se calmen y puedan comenzar a comprender lo que les decimos.
Pero, a veces, se frustran o se enfadan en un momento en el que tengo prisa o en el que retrasarme me hace llegar tarde al trabajo. Así que no puedo tomarme el tiempo que en teoría necesitaría. Más tarde, en cuanto tengo un momento, les explico la situación y, así, comprenden el valor de la responsabilidad.
Ser una buena madre no es tener la capacidad de parar el tiempo ni utilizar todo tu tiempo para servir a tus hijos.
5. Siempre les perdono
Soy una buena madre porque cuando se enfadan y rompen algo o se les escapa un poco la mano, siempre les perdono. Primero, les hago ver que eso que han hecho está muy mal, que me han ofendido y deben pedir perdón. En cuanto lo hacen, les perdono siempre.
No obstante, después deben aprender que sus actos tienen consecuencias. Por ello, deberán recoger lo que hayan roto y tratar de arreglarlo, o tener algún detalle de cariño especial con la persona a la que han hecho daño. De esa manera, aprenden el valor del perdón y de demostrarlo con actos y palabras.
Porque ser una buena madre no significa ser intransigente ni autoritaria.
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Soy una buena madre
Si has llegado hasta aquí y todavía dudas de tus habilidades como buena madre, te animamos a que veas este video. En él, una serie de niños explican qué es lo que más valoran de sus madres. Te aseguramos que te va a gustar.
Como verás, el amor de los niños afortunadamente es casi siempre incondicional. De hecho, unos investigadores de la Universidad de Columbia hace unos años llevaron a cabo un estudio para intentar averiguar qué amor era más profundo, al menos desde el punto de vista neurológico.
Tras analizar por neuroimagen la activación cerebral que experimentaban una pareja de recién enamorados, un matrimonio reciente, una pareja anciana y el amor de un niño de cinco años por su madre, los datos resultaron muy interesantes. Quizás, lo más revelador fue que, cuando mostraron al pequeño de cinco años una fotografía de su madre (3),
«el cerebro del niño activó las regiones cerebrales asociadas al amor con más fuerza que ningún otro participante»
¿Buena madre real o madre ideal?
Los niños reconocen con naturalidad su amor por sus madres. Ellos analizan menos que nosotros, pero, aun así, existe una buena técnica de educación emocional que nos ayuda a diferenciar lo ideal de lo real. Se hace una lista con las ideas que tenemos en la cabeza y se compara con los hechos, con la realidad que vivimos. Puede que alguna vez pensaras que eras una mala madre por los motivos que hemos comentado, pero, al ver la realidad, se nos abren los ojos.
En el Programa de Educación Emocional Be Happy enseñamos a los niños multitud de herramientas emocionales como esta. Si quieres conocer el programa, puedes solicitar una prueba gratis en nuestra web Be Happy. Por todo esto, esperamos haber sacado a la luz tu instinto maternal y que hayas conseguido afirmar con fuerza: «Soy una buena madre».
Bibliografía
1.Verea, C. P. (2004). Malas Madres: La construcción social de la maternidad. Debate feminista, 30, 12-34.
2. Bilbao, Á. (3 de septiembre de 2019) Este es el estudio que todas las madres deberían conocer hoy…
Claves de la educación emocional
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