Es muy habitual que entre los dos años de edad hasta los ocho aparezcan los amigos imaginarios en algunos niños. De hecho, si tu hijo está hablando, haciendo gestos y jugando con estos seres imaginarios como si fueran reales, no te preocupes en absoluto. No se trata de algo patológico o problemático, sino que es completamente normal que desarrollen un mundo fantástico en sus mentes.
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¿Por qué hay niños que tienen amigos imaginarios?
Los amigos imaginarios no existen, pero para algunos niños este sujeto vive, se mueve, tiene voz propia, manos, piernas, nariz, tacto, cuerpo, piel… Algunas pocas veces puede tratarse de un objeto o juego real, así como una muñeca o un peluche. Además, estos amigos imaginarios pueden adoptar distintas formas, texturas y colores en la mente de los niños. Por ejemplo, pueden tener apariencia de:
mascota | superhéroe de televisión | deportista famoso | persona con poderes mágicos | … |
Veamos por qué aparecen en algunos niños:
- Entre los dos y los ocho años de edad el niño experimenta una etapa de crecimiento en todos los sentidos. Confunde lo que es real y lo que es imaginario, es decir, la línea que separa la ficción de la no ficción está nublada. Por esto, los amigos imaginarios se convierten para ellos en un «yo auxiliar o complementario».
- Es una fórmula de autoapoyo, ya que los pequeños encuentran en ellos el consuelo que necesitan o que no encuentran en otras personas.
- Los amigos imaginarios les ayudan a verse reflejados a ellos mismos. En otras palabras, funcionan como una especie de efecto espejo.
- Ayudan a crear una situación donde se controla lo que sucede o aquello que no les gusta, así como las frustraciones. Es una forma para enfrentarse consigo mismos.
- Son un mecanismo de defensa que les sirve para lidiar con un problema, inseguridad, ansiedad o preocupación. Pequeños traumas, al fin y al cabo.
- Les hace sentirse acompañados, pero sin la presencia constante de los adultos, y, en especial, de los padres. Los amigos imaginarios favorecen su autonomía e independencia.
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Niños con mucha creatividad e imaginación
Los amigos imaginarios no son universales, ya que, según afirman distintos estudios, aparecen en torno al 50 % de los niños. Aproximadamente dos de cada tres niños experimenta esta fase, pero no tiene por qué ser así.
Aunque no existe un perfil característico de niños que inventan a estos amigos invisibles, hay algunas formas que, de forma más o menos indirecta, pueden influir en la creatividad e imaginación del niño:
- Generalmente, es más frecuente en los hijos únicos. De hecho, la soledad y no tener a más niños a su alrededor son uno de los factores claves a tener en cuenta.
- Suele tratarse de niños sensibles que necesitan sentirse respaldados para resolver algunos conflictos con sus emociones.
- Normalmente, aparece en aquellos niños que desbordan creatividad por todos los lados y que tienen muchas fantasías. Esta vena suele estar heredada de sus padres.
En realidad, de niños muchos tuvimos amigos imaginarios. Precisamente, la imaginación y la creatividad son una de las mejores características de toda la humanidad. Son un método de escape del mundo frenético, de descubrimiento de lo que nos rodea, de encontrar respuestas.
La actitud de la familia
Lo primero que pueden hacer los padres ante los amigos imaginarios de los niños es normalizar la situación. Lo segundo, no insistir en que los olviden o los borren de sus vidas, puesto que esto influirá negativamente en las posteriores etapas, así como la adolescencia. Negarles la imaginación también es suprimirles la creatividad, una capacidad esencial.
Así mismo, si un niño cree que tener amigos imaginarios es anormal, o sea, que sale de los márgenes de lo que conocemos como «normal», seguramente empezará a tener inseguridades y problemas de autoestima. Las familias no han de censurar, reprimir ni castigar a los niños, sino apoyarlos en esta fase de su vida. Recuerden: los amigos imaginarios son algo pasajero.
De todas formas, existen algunos casos en los que familiares pueden tener razones para alarmarse. Algunas de ellas son:
- Cuando el niño no cumple con sus tareas y compromisos cotidianos porque está demasiado inmerso en el mundo de la fantasía.
- Si no quiere tener amigos reales con los que jugar e interactuar.
- Cuando empieza a tener un comportamiento un tanto violento porque el amigo imaginario también lo es.
Recapitulemos: Si su hijo se encuentra en una de las anteriores situaciones que limitan e interfieren negativamente su vida diaria, no dude en ponerse en contacto con un psicólogo especializado en educación infantil. En estos casos, es recomendable observar a los niños y consultar a los expertos. Y, si no es así, deja que el niño vuele, que viva esos momentos en este espejismo, ensueño, quimera o como queramos llamarlo. ¡Cada niño es un mundo!
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