Pocos son los docentes que no han oído hablar del aprendizaje colaborativo, pero muchos los que desconocen su significado o lo aplican incorrectamente. ¿En qué consiste esta metodología? ¿Es lo mismo que el aprendizaje cooperativo? ¡Sigue leyendo y encontrarás las respuestas a todas tus preguntas!
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Qué es el aprendizaje colaborativo
Ya en las teorías del psicólogo ruso-judío Lev Vygotsky (1896-1934) puede verse el germen del aprendizaje colaborativo. Defensor de la psicología del desarrollo, decía que
«las personas, especialmente los niños y los jóvenes, desarrollan de forma progresiva su aprendizaje a través de un continuo intercambio o interacción social».
Es decir, gracias a la interacción con otros, los alumnos mejoran sus habilidades y sus procesos mentales y cognitivos. Por ello, el aprendizaje colaborativo puede definirse como una metodología pedagógica activa que pone a los alumnos en el centro de su propio aprendizaje y defiende el diálogo grupal y el intercambio social como medio para conocer, pensar y construir. Así, los alumnos aprenden unos de otros.
Características de esta metodología
¿Es lo mismo aprendizaje colaborativo y cooperativo? Sí y no. Generalmente se usan como sinónimos, pero tienen algunas diferencias. Lo que ambas metodologías comparten es:
- Rol del docente: facilita, guía y media la comunicación entre los alumnos, pero él no es el centro del aprendizaje.
- Rol del alumno: es el protagonista de todo el proceso y se aprovechan sus puntos fuertes para aportar en el grupo y a toda la clase.
- Interacción: el intercambio de ideas es la base del aprendizaje, así como la interacción de los miembros del grupo.
- Diálogo: mediante la conversación, los alumnos descubren otros puntos de vista, negocian y llegan a un consenso grupal. El diálogo enriquece y construye.
- Interdependencia del grupo: entre los miembros del grupo se crea un compromiso, una unión fuerte. El trabajo y el esfuerzo de cada uno influye por igual en el resto.
- Responsabilidad: como los alumnos son el centro del aprendizaje, ganan en autonomía, adquieren más responsabilidad y se reparten el trabajo según sus cualidades.
- Evaluación grupal: se prioriza el resultado producido por el grupo y la reflexión sobre el proceso. De hecho, los propios alumnos se autoevalúan y coevalúan.
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Ideas para aplicar el aprendizaje colaborativo en el aula
Por último, ¿cómo se puede aplicar esta metodología en el aula? Hay muchas estrategias y técnicas que se adaptan a la edad y al nivel de cada grupo; y también muchos libros sobre el tema. ¡Veamos algunas!
Primaria
Aunque para los más pequeños se recomienda el aprendizaje cooperativo porque permite crear distintos roles en cada grupo, existen muchas dinámicas divertidas y eficaces:
- Juegos de tarjetas: en grupos heterogéneos, los alumnos responden en el menor tiempo posible las preguntas que el docente ha escrito en varias tarjetas. Es un juego que despierta la creatividad de los alumnos.
- Lectura cooperativa: estimula el pensamiento crítico entre los niños. Se trata de leer en voz alta un texto en parejas o grupos, repartiendo la lectura entre los niños.
- En grupo: en equipos de máximo 5 alumnos, se dividen la lectura. Uno de ellos lee para el resto del grupo y, al terminar su parte, los demás resumen lo leído. Así sucesivamente.
- En parejas: cuando un miembro lee su parte, el otro dice cuál es la idea principal de lo leído. Después, intercambian roles.
Secundaria
Por su parte, en secundaria encaja muy bien el aprendizaje colaborativo, porque los alumnos son más autónomos. De hecho, es un buen método para motivar a los alumnos y potenciar su capacidad de análisis.
- Redacción: a modo de miniproyectos, los alumnos eligen un tema de su interés (arte, historia, deportes…), lo desarrollan en una redacción y lo presentan al resto del grupo. Luego será muy interesante el diálogo que ese tema despierte entre ellos.
- Juego de roles: una dinámica muy útil para desarrollar la empatía. Consiste en que los estudiantes representen a un personaje histórico o relevante al que antes han investigado. En su representación, intentan ponerse en el lugar del personaje, pensar como él y explicar a los demás qué factores influyeron en algunas de sus acciones o decisiones.
Podríamos seguir describiendo dinámicas de aprendizaje colaborativo, pero nos faltaría tiempo y, sobre todo, ¡espacio! En cualquier caso, hay programas que unen esta metodología con la lectura, como el programa Abrapalabra para primaria y Entrelíneas, para secundaria. ¿Se puede pedir más?
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